El pasado 28 de noviembre, la biblioteca de nuestro instituto acogió a los alumnos de 3º de ESO, que tuvieron la oportunidad de conocer la hondura y actualidad de los versos de León Felipe, en el 50º aniversario de su muerte, gracias a la representación dramática "Ulises e Iluso".
Ulises e
Iluso. Pedro y Santiago, que tanto monta monta tanto, son los protagonistas de
ese encuentro ficticio entre León Felipe y Nadie. Ellos que recorren de forma
altruista cualquier rincón desde los que se requiere su presencia, son los
artífices para que no mueran y perduren en la memoria de nuestros jóvenes,
contextualizando con su realidad más inmediata, los versos descarnados,
amables, esperanzadores de ese gran olvidado que fue León Felipe. Su labor
cuenta con un lustro de andaduras, como cómicos de la legua, por
estos mundos, haciendo suyos versos, historias, poemas y refranes, y
lanzándolos a los cuatro vientos para ser el altavoz de los olvidados; hoy
que todo se conoce tanto, se ha perdido la esencia de lo que puede
cambiar al mundo, la poesía, la palabra; ellos nos ayudan a rescatarla.
Los profesores de Lengua propusieron a los alumnos de 3º la crónica de esta representación. De entre todos los trabajos presentados, han decidido escoger el realizado por Claudia Yuguero, de 3º A, titulado "La paronomasia de Ulises e Iluso".
Nos reconforta enormemente que la palabra poética llegue siempre adonde debe y que, por arte de magia y del talento de quienes la entonan, consiga acariciar el alma de los más jóvenes. Algunos, como Claudia, terminan transformando esa caricia en un nuevo soplo literario...
LA PARONOMASIA DE ULISES E ILUSO, por CLAUDIA YUGUERO
Entramos en la Biblioteca armando
jaleo, como siempre. Nos encontramos con los amigos y les apremiamos para coger
sitio. Algunos se sientan en las sillas, otros en las mesas, donde al estar tan
apiñados, es más fácil hablar. Poco a poco, los asientos se van ocupando, la
gente se va relajando. De vez en cuando entra algún que otro despistado. Los
profesores mandan callar, porque sí, siempre hay alguno que no parece enterarse
de dónde está. Se van apagando las últimas risas, los últimos susurros. La obra
comienza.
El escenario está vacío. No es
otro que el suelo de la Biblioteca despejado de mesas. Y es entonces cuando
entra en escena. Se oye algún susurro de sorpresa, unas sonrisillas que se
escapan. Un señor mayor, sin más compañía que un bastón. Pero a él no parecen
importarle las risas, ni su aparente soledad, ni el improvisado escenario con
un pequeño mural como único decorado. No le importa. Comienza a recitar caminando
entre las sillas, golpeando el suelo con su bastón. El silencio se ha adueñado
de la sala, ya sólo se oye su voz temblorosa. Bueno, sólo no. Otra voz le ha
respondido. Pero sigue sin haber nadie más en escena. Debe estar escondido
detrás del mural. Aún pasa un tiempo hasta que se deja ver, que es el que tarda
el anciano en adivinar que el dueño de esa voz no es otro que Ulises. Ya
estábamos avisados de que uno de los personajes de la obra sería él, aunque se
hace extraño que León Felipe y Ulises puedan estar manteniendo una
conversación, ya que pertenecen a épocas completamente distintas.
El diálogo se prolonga. A veces
están de acuerdo; otras discuten, pero ambos tienen sus razones y nos las
exponen. En ocasiones, no entendemos sus conversaciones, pero sí su intención.
Se hace complicado seguir el ritmo de sus palabras, a pesar de que son
recitadas lenta y concienzudamente. Al final, todos acabamos intuyendo el
mensaje, la idea principal: el dolor ante el exilio, tanto por parte de León
Felipe como de Ulises, y la importancia que para cada uno tiene el que la
tierra que te acoja lo haga con los brazos abiertos.
*Si queréis encontrar a Ulises e Iluso (Pedro y Santiago), tienen su sede social en el pueblo de Adobes (Guadalajara), en Tierra Molina.